El guardián


Las noches de insomnio han sido un recurrente en mi vida desde que tengo memoria, observo el reloj de mi celular cada dos minutos a lo largo de las horas que dura la noche, me entra la desesperación y giro de un lado de la cama  al otro, siendo esto todas las noches.

Aquel día no parecía ser distinto: Me recosté en mí cama que da hacía la ventana del balcón, sin embargo esta vez en cuanto solté el primer bostezo caí en un sueño profundo. Al despertar aún era de noche, todo estaba en una oscuridad total. Por alguna razón seguí recostado,  fue en ese momento que me di cuenta de algo extraño, la puerta de mi cuarto estaba entre abierta como si alguien hubiera entrado y de manera descortés decidió dejarla así, a través de ese espacio entre el pilar y la puerta observé que alguien entraba al cuarto de mis padres. Una mujer totalmente vestida de negro y con una cabellera lacia y larga que llegaba hasta su cintura pasaba por la puerta de ese cuarto lentamente, con una lentitud que denotaba una enorme pesadez. Al instante intenté levantarme para ver de quién se trataba pero fue inútil, mi cuerpo no respondía era una sensación aterradora, mis extremidades pesaban como si estuvieran paralizadas por anestesia y mi torso me quemaba, razón por la cual comencé a sudar a cántaros, era insoportable.

Comencé a gritar o al menos eso creí pues el sonido solo retumbaba en mi cabeza ahogándome, como si solo me robara el aire. Justo en el momento en que comencé a temer lo peor entraron  mi madre y mi tía a ese cuarto y pude escuchar cuando mi tía dijo “Chin… ya regresó, márcales para saber que les pasó”, inmediatamente vi de nuevo esa sombra en forma de mujer esta vez entrando a mi cuarto, parándose frente a mí, observándome sin decir nada o al menos creí que hacia eso, pues la oscuridad no me dejaba ver su rostro, fue justo ahí cuando sentí como todo se ponía frío, como una noche de otoño, acelerando mi ritmo cardíaco a niveles anormales.

En un intento desesperado por reaccionar comencé a hacer una fuerte presión en mi cabeza, esta presión la resintieron mis globos oculares los cuales empezaron a soltar unas cuantas gotas que hasta ahora no se si eran lagrimas o sangre. Justo cuando temía lo peor entró mi madre al cuarto pasando por detrás de esa cosa, se acercó a mí y  en voz baja con un tono un tanto ronco  me dijo -“Shh, respira… esto que vez aquí es tu guardián, siempre está contigo, observándote, vigilando, siguiéndote,  la cosa es que… no sé qué pasa en tu alma pero lo has vuelto un ser muy oscuro, como puedes imaginar, eso lo está pudriendo poco a poco». De pronto comenzó a murmurar, algo no estaba bien, ese murmuro eran risas, saqué fuerzas de donde pude y giré mi cabeza solo para darme cuenta de que esa persona no era mi madre, era una figura aterradora con rasgos monstruosos pues donde debería tener nariz y boca únicamente se le veía una horripilante sonrisa sin dientes. Al percatarse de que podía verla, sonrió diciendo  -“Y como sé que eres muy listo pequeño, sabrás que tu muerte será exquisita para nosotros”

En ese momento mi ritmo cardíaco volvió a explotar como una bomba de presión y mi pecho ardía como agua hirviendo, justo en ese momento sentí como mi cabeza estaba a punto de explotar y mis músculos se desgarraban a pasos apresurados, sentía como una lucha dentro de mi había comenzado llegando  un punto en el que supe que me daría por vencido y cuando poco a poco  estaba a punto de cerrar mis ojos dejando que la oscuridad me consumiera, aquella figura, mi “guardián”, levantó la cabeza y tomó mi brazo.

El guardián comenzó a brillar, irradiando una luz blanca tan intensa que me cegó totalmente en ese instante y unos horribles gritos retumbaban detrás de mí. Al recuperar la visibilidad pude tener control sobre la parte superior de mi cuerpo, empecé a girar hacia todos lados mirando alrededor del cuarto pero ya no había nada, solo pude ver como la puerta que ahora estaba totalmente abierta poco a poco la iba cerrando una figura que ahora estaba llena de colores cálidos y brillantes, moviéndose con la misma pesadez del principio solo que ahora transmitía una paz que hace mucho no sentía.

En el momento en que la puerta estuvo totalmente cerrada al fin pude gritar y logré girar todo mi cuerpo al lado que daba hacía la ventana del balcón, fue entonces cuando me percaté de que ya era de día.

-“Todo había sido un sueño”, dije mientras masajeaba mis globos oculares que por alguna razón no recordaba porqué me dolían o solo no quería prestarle atención a algo que había sido una pesadilla, me empecé a reír e inicié a alistarme para el día tan exhaustivo que me esperaba, fue ahí cuando al quitarme la playera de la pijama observé mi reflejo en el espejo, percatándome de que unas horribles quemaduras en forma de dedos marcaban todo mi hombro.   -«Jajaja, la verdad es que prefiero el insomnio”

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Jesús Pérez

Siempre disfruto una buena historia de terror, biólogo con maestría en arte y amor por la obscuridad.

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