La isla de las muñecas


Nadie lo sabe y nadie más que él la vio, un habitante de Xochimilco, uno de los barrios más representativos a  nivel mundial para este país tan lleno de tradiciones y leyendas,  él fue y sería el único que podría darnos una respuesta, hacernos entender como aquél pequeño y gélido cuerpo sin vida podía estar flotando aquél día entre  las chinampas,

 frente a la suya, acercándose de poco en poco, como si su intención desde un principio hubiera sido reposar eternamente en ese lugar, probablemente buscaba tener compañía aun después de la muerte y como no podría ser así si ella era solo una niña, a pesar de que ahora esté muerta y  donde quiera que esté, es muy probable que tenga mucho frío, se sienta sola, rodeada por un miedo enorme de no saber en dónde está, quizá ella ni siquiera sabe que  ya no pertenece a este mundo, el único que podría darle una respuesta era Don Julián.

Pasaron los días y aunque el cuerpo de la pequeña ya no seguía ahí no significaba que ella se hubiera ido. Gritos, llantos, pequeños sollozos en medio de una oscuridad total interrumpían la paz de aquél silencioso lugar, el alma  de la niña no estaba en paz y Don Julián sabía que ningún niño debería estar solo, él únicamente podía hacer algo por ella, darle algo que la hiciera sentirse en compañía.

A la mañana siguiente llevó una muñeca, la colgó en una de las ramas cercanas a la orilla de la chinampa, con el paso de los días una se volvió diez, esas diez se volvieron 50 y ahora miles de muñecas tapizan aquél lugar, ahora más que muñecas eran protectoras de la pequeña.

Cuando todo parecía normal, una mañana a principios del 2000, don Julián fue hallado muerto, flotando muy cerca de donde años atrás él había visto el cuerpo sin vida de la niña. El sobrino de don Julián quién fue el último en verlo unos minutos antes de su trágico final relata que su tío solía contarle que por la madrugada escuchaba el canto de una sirena y  tarde o temprano esa sirena vendría por él para hacerle compañía por toda la eternidad. Algunos tachaban de loco a don Julián afirmando que su muerte era algo inevitable, era un hombre ya muy mayor y con enfermedades de la edad,  otros piensan que la sirena era real ya que en Xochimilco cualquier cosa es posible y la última versión señala que la niña volvió por él, tantos años le hizo compañía en esa chinampa, no podía permitir que eso cambiara después de la muerte de don Julián. La realidad es que a pesar de los años las muñecas siguen ahí, deformándose cada vez más con el paso de los años, algunos afirman que aún se siente la presencia de Don Julián y que los murmullos de una pequeña niña se escuchan al caer la noche. Si miras con atención los ojos de las muñecas te darás cuenta que te observan siguiendo cada uno de tus movimientos, resguardando que todo siga tal y como Don Julián lo dejó antes de su extraña partida.

 Cuando te pasees por la ciudad de México no olvides visitar este lugar lleno de historia, solo aléjate de las orillas, alguien podría no querer que te vayas nunca…

 

 

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Jesús Pérez

Siempre disfruto una buena historia de terror, biólogo con maestría en arte y amor por la obscuridad.

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