¿Que es el charro negro?


A unos 20 veinte minutos de mi pueblo de origen existe una pequeña comunidad que a finales del siglo XIX y principios del XX era conocida por ser una de las líderes dentro de la industria textilera. En ese tiempo las personas no poseían automóviles, por lo regular los dos formas en que se transportaban eran montados en un burro y/o caballo o caminando grandes distancias, yendo de sus jacales hacía la fábrica o el campo, no había más.

Al terminar las jornadas laborales la gente se apresuraba para poder llegar a buena hora a sus hogares, cenar y dormir para tener otro día igual al anterior, lo importante para ellos era no estar fuera de sus casas al caer la noche, ya que al caer la noche comenzaba el verdadero terror.

Junto al camino que conectaba un pueblo con el otro había un cerro lleno de árboles que oscurecía más el paisaje, en ese tiempo la luz estaba reducida a antorchas o candiles, situación que no era muy favorable y menos cuando él aparecía.

Se rumoraba que él bajaba del mismo cerro, el lugar donde las almas que robaba veían por última vez un vestigio de este mundo, otros dicen que desaparecía detrás del cerro, inmerso en la oscuridad, solo para adentrarse en lo más profundo del infierno, su verdadero hogar; otros mencionan que si alguien era atrapado por él, simplemente la memoria colectiva olvidaba lo sucedido, por el bien de todos…

Un enorme e imponente caballo negro se podía observar a lo lejos, un espantoso relinchido lo acompañaba como si anunciara la llegada de la muerte, poco a poco un intenso galopar se extendía al unísono, rompiendo un aterrador silencio que cada vez que oscurecía se hacía más tenebroso, en medio de la oscuridad solo se podían apreciar dos tipos de luces: Las emanadas por las antorchas y las que producía aquellos ojos rojos que poseía ese caballo, al verlo de cerca se podía observar sobre este caballo a un hombre vestido de charro, alto, luciendo prendas totalmente de negro, sin ninguna que rompiera esa oscuridad total. La luz de la antorcha que llevaba la pobre víctima alumbraba la cara de aquella horripilante presencia, la gente rezaba porque solo fuera una pesadilla y si lo era pero no precisamente era un sueño. Una cara demoníaca con un semblante serio observaba, con una voz grave que parecía producir un estruendoso eco decía  –“No deberías estar por aquí a estas horas, ven sube, déjame acompañarte”, si la persona accedía a subir, al poco tiempo notaria que el caballo era más alto de lo que parecía, las piernas de la persona empezarían a arder como si fueran quemadas por una intensa llamarada y al alzar la vista para ver a aquel jinete, se daría cuenta de que esa mirada no pertenecía a esta mundo sino al mismísimo infierno.

Si optaban por correr firmaban su sentencia de muerte, él los alcanzaría matándolos en ese instante, lo único que podían hacer era aceptar la invitación pero jamás subir al caballo, únicamente acompañar al charro en su camino.

A lo largo del camino el charro buscaría convencer a la persona de tomar una bolsa  llena con mondas de oro,  si esto no funcionaba se detendría por un momento para observar a la persona y le diría –“Yo tengo un poder que puede darte lo que siempre has deseado, solo debes pedírmelo  y jurarme que algún día me lo pagarás”, se cuenta que las personas que aceptaban el favor obtenían riquezas, lujos, a la persona que amaban o simplemente de las que  buscaban obtener placeres carnales incesantes, sin embargo el precio era caro, los placeres duraban poco y  cuando llegaba el día que debían pagar aquel favor, el precio era su alma que alimentaria a los demonios del mismo averno.

Si la persona a lo largo de todo el viaje no caía en ninguna tentación entonces el charro negro simplemente  se despediría afirmando que algún día volverían a verse.

Se cuenta que  a través de los años muchas personas cayeron en las trampas de este ente, razón por la cual un grupo de habitantes del pueblo  subieron al punto más alto del cerro donde aparecía el charro negro y colocaron una inmensa cruz de madera que a partir de ese día protegería a todo viajero que cruzara ese camino por la noche.

Actualmente los  caminos son concreto sólido, los carros y autobuses han sustituido a los caballos, razón por la que ya nadie tiene la necesidad de caminar en esa zona, no obstante, algunos curiosos que se han acercado al cerro juran escuchar un relinchar de caballo, acercándose cada vez más a ellos…

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Jesús Pérez

Siempre disfruto una buena historia de terror, biólogo con maestría en arte y amor por la obscuridad.

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